
No sé como se desarrollan ceremonias similares en otros países de nuestro entorno, pero me atrevo a calificar de insólita la solemne apertura del año judicial en el Tribunal Supremo, con la presencia de un fiscal general del Estado que está próximo a sentarse en el banquillo, que pronuncia un discurso institucional delante de la presidenta del Consejo General del Poder Judicial (CGPJ) y del Tribunal Supremo, del Rey, del Ministro de Justicia y, supongo, de los magistrados del Tribunal Supremo que van a juzgarle. Tampoco creo que sea habitual en otros países de nuestro entorno que la presidenta del Poder Judicial, Isabel Perelló, tenga que salir a defender, una vez más, la independencia y la profesionalidad de los jueces y magistrados frente a declaraciones como las realizadas por el presidente del Gobierno en una entrevista en RTVE sobre la supuesta intencionalidad política de ciertos jueces en determinados procedimientos judiciales que afectan a su entorno familiar. En fin, nada de esto puede ser normal en una democracia liberal. Artículo originalmente publicado en El Mundo (06/09/2025). Léelo completo aquí.